Antibióticos comunes elevan el riesgo…

El antibiótico claritromicina, ampliamente utilizado para tratar las infecciones bacterianas comunes, se asocia con un mayor riesgo de muertes de origen cardí­aco, según un estudio publicado en el último número de la revista British Medical Journal, una publicación semanal de la Asociación Médica Británica.

Los autores aclaran que sus resultados requieren confirmación urgente, dado que a muchos millones de personas se les receta este fármaco cada año. Pero aclaran que el riesgo absoluto es pequeño (37 muertes por cada millón de personas que lo utilizan, según sus datos) y que la prescripción no se debe cambiar hasta que los resultados hayan sido confirmados en otro estudio independiente.

No es la primera vez que este antibiótico se asocia a problemas cardiacos. En marzo del año pasado otro estudio británico, publicado en la misma revista, encontraba una relación entre este fármaco ampliamente utilizado para el tratamiento de infecciones de las ví­as respiratorias inferiores, como la neumoní­a y las exacerbaciones agudas de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) – y un mayor riesgo de problemas de corazón.

En este caso se analizaron los datos de 1.343 pacientes ingresados en el hospital con exacerbaciones agudas de la EPOC y 1.631 pacientes ingresados con neumoní­a. Sus datos reflejaban que el 26% de los pacientes tratados con claritromicina durante las exacerbaciones agudas de la EPOC tuvieron al menos un evento cardiovascular durante el siguiente año, frente al 18% de los pacientes que no tomaron este fármaco.

También en esa ocasión los autores del trabajo matizaban que sus resultados requerí­an confirmación, aunque destacaban que se sumaban a un creciente cuerpo de evidencia que sugieren una posible relación entre los riesgos cardiovasculares a largo plazo y ciertos antibióticos, conocidos como macrólidos.

La claritromicina pertenece precisamente al grupo de los macrólidos, que prolongan la duración de la actividad eléctrica del músculo del corazón (intervalo QT) y por lo tanto se cree que aumentan el riesgo de anomalí­as del ritmo cardí­aco potencialmente mortales. Con estos antecedentes, los perfiles de seguridad de los macrólidos necesitan ser estudiados de forma individual con mayor detalle para servir de guí­a en las decisiones de tratamiento clí­nico, advierten los investigadores.